Dejar de ingerir alimentos es una forma de protesta extrema, desesperada. El carácter radical de la medida y el precedente negativo del agricultor Franklin Brito que murió el 30 de agosto de 2010 no parecen frenos suficientes. En Venezuela, muchos grupos e individuos están dispuestos a declararse en huelga de hambre para lograr que atiendan sus reclamos.
Marco Antonio Ponce, investigador de la ONG Provea, dice que, históricamente, los privados de libertad han ayunado como forma de protesta. Ahora, los actores se han diversificado: estudiantes, enfermeros, trabajadores, mujeres. "Es la primera vez que otros grupos hacen huelgas de hambre con contundencia. En la década de los ochenta hubo estudiantes que las realizaron, y el año pasado se registró el caso de un político, como Antonio Ledezma, y también la hizo Franklin Brito. Pero se trataba de casos extraordinarios", asegura.
Ponce recuerda que los primeros meses de este año, grupos de estudiantes y trabajadores realizaron ese tipo de protesta. Entre mayo y junio, la tendencia se centró en los participantes usuales: los privados de libertad y sus familiares por la crisis carcelaria.
La radicalización es, a su juicio, la expresión de una sociedad desesperada.
En el país las manifestaciones extremas van en aumento. Sólo entre enero y julio de 2011 se registraron por lo menos 102 huelgas de hambre, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, al que pertenece Ponce. El Informe Anual de Provea correspondiente a 2010 indica que entre octubre de 2009 y septiembre de 2010 hubo 105 protestas de ese tipo.
Riesgos de lo frecuente
Cuando se abusa de un método, se puede banalizar. Trino Márquez, sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, dice que los ayunos no se han agotado, pero existe el peligro de que suceda."Si la gente se sobreexpone a algo, se produce saturación. En el caso de las huelgas de hambre hay que evitar que eso pase porque se trata de un recurso extremo", afirma el sociólogo.
Márquez indica que la desnaturalización de la protesta no sólo ocurre por repetición. La opinión pública también puede dejar de condolerse cuando no está bien informada de los propósitos de la huelga o cuando no se han agotado otras instancias antes de llegar a ese extremo. "Lo más importante es que se hayan explorado otros métodos y que la gente esté involucrada. Si se hace de manera súbita está condenada al fracaso", subraya.
Ponce, en cambio, no cree que la huelga de hambre pueda banalizarse: "Ese argumento se ha usado con el cierre de calles o concentraciones, pero si no funcionara la gente no haría nada. Creo que esta es una expresión que se consolida. En Venezuela se está afianzando la cultura de la protesta".
El investigador asegura que la huelga de hambre es un recurso efectivo, que ha demostrado su utilidad para que los grupos alcancen sus objetivos. "Es lamentable que las respuestas lleguen después de la radicalización", apunta.
Márquez considera que los ayunos no sólo funcionan para lograr algunas metas, sino también para darle visibilidad a los problemas de la sociedad; para que la gente se entere de que hay enfermeros que ganan poco, trabajadores despedidos injustificadamente o universidades con presupuestos escasos. El jueves se inició otra huelga de hambre en la cárcel de Uribana. Actualmente hay, al menos, cuatro ayunos activos.
Fuente: El Nacional
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