La vialidad convertida en barro es un motivo suficiente para no abandonar la protesta, corrobora Alisori Leonett este domingo. La mujer participó y fungió de vocera del sector que la semana pasada trancó la vía a El Pao exigiendo agua y asfaltado. La acción desencadenó una persecución policial y la activación de un procedimiento judicial que terminó en una medida cautelar de régimen de presentación contra los 36 vecinos arrestados.
Una pesadilla. Así describe Johana Maurera las horas vividas la semana pasada en los calabozos del Centro de Coordinación Policial Ramón Eduardo Vizcaíno, tras ser detenida en una manifestación del sector Los Clavellinos, ubicado en la vía a El Pao.
“Yo ni siquiera estaba protestando, yo llegué de San Félix que estaba haciendo unas diligencias, cuando iba a abrir mi peluquería (ubicada en la calle principal) me agarraron unos policías y me metieron en una patrulla, dijeron de todo, puras groserías y nos ofendieron”, contó la joven mientras mostraba los brazos y piernas con hematomas producto del ataque policial.
La hermana de Johana, Alismar Carrión de 18 años, también fue detenida cuando estaba rindiendo declaraciones a los medios de comunicación y fue sorprendida por los gases de una bomba lacrimógena y al intentar correr la detuvieron.
“No entendíamos nada, ni qué habíamos hecho ni nada, bueno tampoco nos explicaron, simplemente nos metieron en las patrullas y con golpes y groserías nos ordenaban que nos calláramos la boca, qué indignación”, agregó Johana.
Luego de permanecer por más de cuatro horas detenidas en el CCP Francisca Duarte pensaron que la peor parte había pasado. “Pero no, cuando nos sacaron de Francisca Duarte nos llevaron a una cárcel (calabozo) en Vizcaíno, ¿por qué presas? No entendíamos, qué experiencia tan amarga viví”.
Por otro lado la mujer expresó su asombro por las precarias condiciones de la sede policial donde permanecieron detenidas hasta la presentación en el Palacio de Justicia. “Hay un solo baño para todas, pero ese no sirve para bañarse, entonces nos teníamos que bañar en el patio, todas desnudas, me hicieron pasar por todo eso por una protesta, qué injusticia tan grande”.
Johana asegura que en todo momento recordó a sus tres hijos, “yo estaba asustada, nada más podía pensar en mis hijos, quería verlos y me ponía a llorar”.
Dijo que cuando salió en libertad el viernes en la noche “agradecí a Dios primeramente y busque a mis hijos, los extrañaba quería verlos, lo que viví no se lo deseo a nadie, yo soy cristiana y siempre me he portado bajo el margen de la ley y por estar cerca de una protesta me meten presa ¿qué tipo de país es este”.
Las 36 personas quedaron en libertad bajo régimen de presentación cada 30 días. Hoy inician las visitas al tribunal.
“Mi hijo se quedó encerrado en la casa”
La tarde del miércoles Donis Torres y su esposa, Marialnis Flores, salieron de su casa a comprar un kilo de carne para preparar el almuerzo del día siguiente. La pareja también resultó detenida.
“Nosotros dejamos al niño de seis años encerrado en la casa, fuimos porque Marialnis iba a comprar la carne y se regresaba mientras yo iba a buscar un dinero cerca, pero nos metieron en ese problema”, aseguró Donis.
El hombre relató que “todo fue de repente, nos agarraron como si fuésemos animales, yo trataba de explicarle a los policías pero nada, no nos escuchaban ni nada”.
La preocupación de la pareja Torres-Flores era su pequeño hijo de seis años. “Él (niño) se quedó encerrado en la casa, el bebé no comió nada en todo el día, pasó esa noche solo porque nadie pudo abrir la puerta, mi pobre hijo”.
Indicó que el jueves en la tarde -24 horas después del arresto-, fue que logró entregarle las llaves a un vecino, quien buscó al niño y lo cuidó mientras los dejaban en libertad.
Donis explicó que el lunes antes de la detención, había empezado a trabajar como albañil en la construcción de un hotel en Cambalache, “ahora ¿cómo yo le explico eso a mi jefe? Seguro mañana cuando llegue me despiden, yo soy el que mantiene a mi familia y a mis papás, porque yo soy el único hijo varón”.
“Yo nunca había estado preso, ni ando de noche por ahí para evitar caer en redadas, ni esas cosas y me vienen agarrar preso porque estaba cerca de una protesta de mis vecinos, por eso, por exigir agua potable, me agarraron preso”.
Aunque no le gustaría pasar por lo mismo, asegura que “si es de protestar por los servicios de mi comunidad, lo haría siempre, acompañaría a mis vecinos hasta el final porque esto es un derecho de nosotros y en vez de responder, lo que hacen es meternos presos”.
La lucha continúa
En la misma situación de la pareja Torres-Flores estaba Alisori Leonett, quien junto a Abelardo Rivas, eran los voceros de la protesta que cerró la vía por más de una semana para exigir agua y asfalto.
La carismática joven, madre de una niña de ocho meses, no dudó en responder si volvería a protestar por mejores servicios básicos para la comunidad.
“Claro que sí” -contestó de forma tajante-, “es que no nos van a detener, esta vez no vamos a cerrar las calles, porque eso lo prohibieron, pero vamos a sacar nuestras pancartas y si es preciso vamos a ir a la Alcaldía a pedirle a José Ramón López que nos dé la cara”.
A pesar de la desagradable experiencia, la mujer destacó el buen trato que recibieron de las personas detenidas dentro de los calabozos del CCP Vizcaíno.
“Algunas de esas mujeres nos recibieron bien, porque ellas sabían que era una injusticia, que no habíamos hecho nada malo, pero igual otras de mis vecinas lloraban porque en los calabozos estaban chamas asesinas y otras por problemas de drogas, nosotras, amas de casa, estábamos presa por exigir agua y asfalto”.
La joven expresa que después de todo lo que pasó “aquí todavía nadie del gobierno ha dado la cara por los problemas de la comunidad, mira esas calles (señalaba la vía convertida en barro) tú crees que es justo vivir así, (…) ningún ente gubernamental ha respondido, ¿cómo vamos a dejar de protestar? Es la única forma de que nos tomen en cuenta”.
Libertad plena
Las 36 personas detenidas en el sector quedaron en libertad bajo régimen de presentación cada 30 días. Hoy tienen que volver a presentarse en los tribunales para cumplir con el procedimiento judicial.
Los involucrados consideran injusto condiciones a la libertad “porque no hicimos nada malo, y no somos delincuentes, merecemos tener libertad plena y que nos quiten la medida de presentación”.
Diogelis Pocaterra“Yo ni siquiera estaba protestando, yo llegué de San Félix que estaba haciendo unas diligencias, cuando iba a abrir mi peluquería (ubicada en la calle principal) me agarraron unos policías y me metieron en una patrulla, dijeron de todo, puras groserías y nos ofendieron”, contó la joven mientras mostraba los brazos y piernas con hematomas producto del ataque policial.
La hermana de Johana, Alismar Carrión de 18 años, también fue detenida cuando estaba rindiendo declaraciones a los medios de comunicación y fue sorprendida por los gases de una bomba lacrimógena y al intentar correr la detuvieron.
“No entendíamos nada, ni qué habíamos hecho ni nada, bueno tampoco nos explicaron, simplemente nos metieron en las patrullas y con golpes y groserías nos ordenaban que nos calláramos la boca, qué indignación”, agregó Johana.
Luego de permanecer por más de cuatro horas detenidas en el CCP Francisca Duarte pensaron que la peor parte había pasado. “Pero no, cuando nos sacaron de Francisca Duarte nos llevaron a una cárcel (calabozo) en Vizcaíno, ¿por qué presas? No entendíamos, qué experiencia tan amarga viví”.
Por otro lado la mujer expresó su asombro por las precarias condiciones de la sede policial donde permanecieron detenidas hasta la presentación en el Palacio de Justicia. “Hay un solo baño para todas, pero ese no sirve para bañarse, entonces nos teníamos que bañar en el patio, todas desnudas, me hicieron pasar por todo eso por una protesta, qué injusticia tan grande”.
Johana asegura que en todo momento recordó a sus tres hijos, “yo estaba asustada, nada más podía pensar en mis hijos, quería verlos y me ponía a llorar”.
Dijo que cuando salió en libertad el viernes en la noche “agradecí a Dios primeramente y busque a mis hijos, los extrañaba quería verlos, lo que viví no se lo deseo a nadie, yo soy cristiana y siempre me he portado bajo el margen de la ley y por estar cerca de una protesta me meten presa ¿qué tipo de país es este”.
Las 36 personas quedaron en libertad bajo régimen de presentación cada 30 días. Hoy inician las visitas al tribunal.
“Mi hijo se quedó encerrado en la casa”
La tarde del miércoles Donis Torres y su esposa, Marialnis Flores, salieron de su casa a comprar un kilo de carne para preparar el almuerzo del día siguiente. La pareja también resultó detenida.
“Nosotros dejamos al niño de seis años encerrado en la casa, fuimos porque Marialnis iba a comprar la carne y se regresaba mientras yo iba a buscar un dinero cerca, pero nos metieron en ese problema”, aseguró Donis.
El hombre relató que “todo fue de repente, nos agarraron como si fuésemos animales, yo trataba de explicarle a los policías pero nada, no nos escuchaban ni nada”.
La preocupación de la pareja Torres-Flores era su pequeño hijo de seis años. “Él (niño) se quedó encerrado en la casa, el bebé no comió nada en todo el día, pasó esa noche solo porque nadie pudo abrir la puerta, mi pobre hijo”.
Indicó que el jueves en la tarde -24 horas después del arresto-, fue que logró entregarle las llaves a un vecino, quien buscó al niño y lo cuidó mientras los dejaban en libertad.
Donis explicó que el lunes antes de la detención, había empezado a trabajar como albañil en la construcción de un hotel en Cambalache, “ahora ¿cómo yo le explico eso a mi jefe? Seguro mañana cuando llegue me despiden, yo soy el que mantiene a mi familia y a mis papás, porque yo soy el único hijo varón”.
“Yo nunca había estado preso, ni ando de noche por ahí para evitar caer en redadas, ni esas cosas y me vienen agarrar preso porque estaba cerca de una protesta de mis vecinos, por eso, por exigir agua potable, me agarraron preso”.
Aunque no le gustaría pasar por lo mismo, asegura que “si es de protestar por los servicios de mi comunidad, lo haría siempre, acompañaría a mis vecinos hasta el final porque esto es un derecho de nosotros y en vez de responder, lo que hacen es meternos presos”.
La lucha continúa
En la misma situación de la pareja Torres-Flores estaba Alisori Leonett, quien junto a Abelardo Rivas, eran los voceros de la protesta que cerró la vía por más de una semana para exigir agua y asfalto.
La carismática joven, madre de una niña de ocho meses, no dudó en responder si volvería a protestar por mejores servicios básicos para la comunidad.
“Claro que sí” -contestó de forma tajante-, “es que no nos van a detener, esta vez no vamos a cerrar las calles, porque eso lo prohibieron, pero vamos a sacar nuestras pancartas y si es preciso vamos a ir a la Alcaldía a pedirle a José Ramón López que nos dé la cara”.
A pesar de la desagradable experiencia, la mujer destacó el buen trato que recibieron de las personas detenidas dentro de los calabozos del CCP Vizcaíno.
“Algunas de esas mujeres nos recibieron bien, porque ellas sabían que era una injusticia, que no habíamos hecho nada malo, pero igual otras de mis vecinas lloraban porque en los calabozos estaban chamas asesinas y otras por problemas de drogas, nosotras, amas de casa, estábamos presa por exigir agua y asfalto”.
La joven expresa que después de todo lo que pasó “aquí todavía nadie del gobierno ha dado la cara por los problemas de la comunidad, mira esas calles (señalaba la vía convertida en barro) tú crees que es justo vivir así, (…) ningún ente gubernamental ha respondido, ¿cómo vamos a dejar de protestar? Es la única forma de que nos tomen en cuenta”.
Libertad plena
Las 36 personas detenidas en el sector quedaron en libertad bajo régimen de presentación cada 30 días. Hoy tienen que volver a presentarse en los tribunales para cumplir con el procedimiento judicial.
Los involucrados consideran injusto condiciones a la libertad “porque no hicimos nada malo, y no somos delincuentes, merecemos tener libertad plena y que nos quiten la medida de presentación”.
dpocaterra@correodelcaroni.com
Foto Aníbal Barreto
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