domingo, 4 de septiembre de 2011

La Protesta // Rafael Pinto


En los últimos tiempos hemos visto como se ha venido intensificando la protesta de diversos sectores que reclaman derechos para darse un mínimo de calidad de vida. La vemos en ciudadanos que claman por salud, educación, vivienda, condiciones de trabajo, seguridad, alimentación y, en general, por una multitud de problemas que grafican la inmensa deuda social que el Estado ha acumulado por años.

El régimen, a sabiendas de su inconveniencia, desde el 2002 resignificó la protesta, creando en la conciencia de sus adeptos una manera distinta de entenderla. En efecto, desde siempre ha sido el mecanismo que usan sectores afectados en sus derechos por aquellos que tienen el poder, con ello buscaban llamar la atención del país y sumarlo a sus clamores para forzar una solución que les fuera favorable.

El régimen, montándose en los eventos del 2002, sembró en la mente de los suyos, muy numerosos en ese entonces, que toda protesta buscaba derribar a Chávez, por lo que se debía entender como movimientos sediciosos, antidemocráticos y contrarios a la voluntad popular.

Esto creó un escenario propicio para quitarle a la sociedad una de sus mejores herramientas, constitucionalmente fundada, buscando su desmovilización y permitiera la creación de grupos de choques, estilo CDR cubanos, para agredir con violencia a quienes se atrevieran ejercerla.

El régimen, usa las misiones para darle piso, con lo cual pretende, mediante una estrategia clientelar y populista, superar las causas de la protesta, lo que permitió darle esa aureola política sediciosa.

Pasó el tiempo, el régimen rico en recursos materiales se sostuvo hasta que la realidad lo alcanzó. Nadie puede atender una sociedad mendigante con eficacia, esto contrasta con una población que se acostumbró a que le “regalaran la vida”, viviendo alegremente y tomando sin medida lo que le apeteciera, con el total apoyo oficial. Esto al final, como no podía ser distinto, derrumbó el país.

Hoy se dan cuenta que no pueden seguir por ese camino, que la gente tiene que salir a trabajar para ganarse la vida, mas sus adeptos quieren la miel que Chávez dio a algunos y que los demás esperan sin tener que dar el menor esfuerzo, esperan que “llueva café en el monte”.

Hoy el contenedor de las protesta muestra su verdadera cara, las misiones no resuelven y la gente quiere reclamar pero su instrumento, la protesta, ha sido secuestrado por Chávez.

Desde hace algunos meses muchos son los que salen a quejarse, más antes de hacerlo comienzan con que ese movimiento no es contra Chávez, ni es güarimba, ni es esto o lo otro, se sienten necesitados de lavarle la cara a sus legítimos gritos.

Las últimas protestas han ocurrido sin que sus autores busquen justificarla, hoy van “por la calle del medio”, entonces quiere decir que ha recuperado su fuerza.

La protesta vuelve a ser un instrumento social más que político, lo que muestra la debilidad de Chávez y la fuerza ciudadana.

Y eso es bueno.



Fuente: Noticiero Digital


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